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Los errores de traducción pueden parecer triviales… hasta que no lo son. A lo largo de la historia, algunas traducciones incorrectas han provocado malentendidos diplomáticos, campañas publicitarias fallidas, embarazos no planeados y hasta desastres nucleares. En este post te mostramos algunos de los casos más insólitos —y reales— en los que una simple palabra mal interpretada cambió el rumbo de los acontecimientos.
En 1945, Japón respondió a la exigencia de rendición de los Aliados con la palabra “mokusatsu”. Esta puede interpretarse como “sin comentarios” o como “despreciar con silencio”. Los traductores aliados escogieron la segunda opción, tomándolo como una negativa contundente. Pocos días después, Estados Unidos lanzó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Un error de traducción con consecuencias devastadoras.
Una marca farmacéutica lanzó en América una píldora anticonceptiva, pero las instrucciones en español decían que debía tomarse “cuando se necesitara” en lugar de “diariamente”. Resultado: cientos de embarazos no planificados, y una enorme crisis de confianza hacia la empresa. Todo por un error de redacción.
El famoso discurso de John F. Kennedy en Berlín Occidental incluía la frase “Ich bin ein Berliner”. Si bien su intención era decir “Soy un berlinés”, muchos alemanes entendieron que estaba diciendo “Soy una dona rellena” (un “Berliner” es también un pastel típico). Aunque no causó un conflicto internacional, se convirtió en una anécdota histórica y muy sabrosa.
Una empresa japonesa de automóviles exportó vehículos a EE.UU. con manuales mal traducidos. Donde debía decir “No agregue agua al tanque de gasolina”, la traducción decía lo contrario: “Agregue agua”. Las consecuencias fueron fatales para los motores… y para la reputación de la marca.
En los años 60, Pepsi tradujo su eslogan “Come alive with Pepsi!” para el mercado chino. El mensaje terminó significando “Pepsi trae a tus antepasados de vuelta de la tumba”. En una cultura con profundo respeto por los muertos, la campaña fue un completo desastre.
En un hotel asiático, un cartel frente al ascensor decía: “Please do not use the elevator when you are naked”. Se cree que el mensaje original era “No use el ascensor en caso de incendio”. Pero la mala traducción dejó a los turistas muy confundidos… y bastante divertidos.
En 1631, una edición de la Biblia publicada en Inglaterra cometió un error monumental. El mandamiento “No cometerás adulterio” fue impreso sin el “no”. Las autoridades retiraron todas las copias y multaron a los impresores. Hoy, esta versión es conocida como La Biblia del Pecado y es una rareza histórica.
Traducir no es copiar palabras: es interpretar significados, culturas y contextos. A veces, un pequeño error puede tener grandes consecuencias. Ya sea una bomba, una campaña de marketing o una píldora, nunca subestimes el poder de una buena (o mala) traducción.
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