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Seguro lo has escuchado como una historia de oficina o una fábula moderna sobre la cultura organizacional. Pero, ¡ojo! Aunque se cuenta como si fuera ciencia pura, la historia del experimento de los monos, la escalera y los plátanos es más leyenda urbana que realidad, pero igual tiene una lección que da para pensar.
La historia dice así: unos científicos ponen a cinco monos en una habitación. En el centro hay una escalera y arriba de ella, unos apetitosos plátanos. Cada vez que un mono intenta subir a por ellos, los investigadores mojan a todos con agua helada. Rápidamente, los monos aprenden a golpear al que intenta subir. Luego, uno por uno, van reemplazando a los monos originales por nuevos. Cada nuevo intenta subir, y los demás lo golpean, aunque ya no hay agua helada. Finalmente, todos los monos son nuevos, nadie ha recibido el chorro, pero ninguno se atreve a subir porque “así son las reglas”.
Este relato circula como ejemplo de cómo se perpetúan las normas sin cuestionarlas. El problema es que el experimento nunca fue documentado en esos términos. Lo más cercano es un estudio de 1967 de Stephenson con monos y castigos, pero nada tan dramático ni redondo como el cuento popular.
Pero más allá de la exactitud científica, lo interesante es la moraleja: muchas veces seguimos costumbres, tradiciones o reglas solo porque “así se hace”, sin saber por qué ni cuestionarlas. Y eso aplica en la oficina, en la escuela, en la familia y hasta en la forma en que usamos la tecnología.
¿Alguna vez has seguido un procedimiento en el trabajo sin entender por qué? ¿Te has encontrado justificando una costumbre porque «siempre se ha hecho así»? Somos más parecidos a esos monos de lo que nos gusta admitir.
Un ejemplo divertido (y real) es la historia del jamón de Navidad. Una mujer corta ambos extremos antes de hornearlo. Cuando le preguntan por qué, dice que así lo hacía su madre. Cuando le preguntan a la madre, responde que también era porque su madre lo hacía. Finalmente, al llegar a la abuela, ésta dice: «Ah, es que mi bandeja era muy pequeña y no cabía entero». ¡Y así se perpetúa la tradición!
Entonces, quizás este mito de los monos no sea cierto al pie de la letra, pero funciona como espejo. Nos recuerda que incluso nuestras ideas más firmes pueden tener orígenes arbitrarios o ya obsoletos.
Así que la próxima vez que alguien diga «esto siempre se ha hecho así», pregúntate si estás frente a una tradición con sentido… o simplemente con inercia. Y si encuentras una escalera con plátanos, ¡quizá sea hora de treparla, aunque te miren raro!
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